sábado, 20 de diciembre de 2003

UNA MALDICION PERSIGUE AL MATADOR: AHORA SE LESIONO LA PIERNA IZQUIERDA

No por repetida, la imagen deja de ser dramática. Fue la misma del 31 de agosto, a los 23 minutos del partido, en la cancha de Banfield; la misma del 5 de octubre, en el Monumental de River, a los dos minutos del encuentro frente a Olimpo: Marcelo Salas, con un gesto de dolor e impotencia en el rostro, al borde de las lágrimas, una mano en la cara posterior del muslo derecho y la otra con el dedo índice al cielo, pero no para festejar, como en su hora más gloriosa, sino para decir "no va más" y pedir el cambio.

Fue la misma de anoche, en el estadio de la Universidad Nacional San Agustín, también llamado Monumental, en Arequipa. A los 16 minutos del partido final de la Copa Sudamericana, frente a Cienciano, Marcelo Salas fue sustituido por Daniel Montenegro, esta vez por una fuerte contractura en el isquiotibial de la pierna izquierda, cuyo diagnóstico final será determinado en Buenos Aires.

Poco había hecho el Matador en el escaso tiempo que estuvo en el irregular césped arequipeño. Un par de pases errados, uno bueno, un foul a Juan Carlos Bazalar, que le tiró el pelo, y una caída en el área por la fuerte arremetida de Giuliano Portilla que reclamó como penal. Nada más. Aparte, claro, del dolor, del mismo gesto de impotencia y del cambio.

"Ya superé la última lesión que tuve y me siento muy bien. En el primer partido frente a Cienciano, en el Monumental, corrí el riesgo de que recrudeciera, pero felizmente todo salió bien", había dicho el jueves, en Iquique, recordando su inesperado retorno a las canchas cuando le habían advertido que era mejor que esperara hasta el próximo torneo.

A esa misma hora, en Yanahuara, Arequipa, Juan Osco, "el Huachacano", y otros cinco desdentados y coloridos chamanes peruanos, escupían y asestaban furiosas puñaladas sobre un póster del Matador en una infernal misa negra llena de alaridos, para echarle el mal de ojo que le impidiera anotar. Los que conocen (y temen) el currículum de los brujos peruanos, aseguran que sus conjuros no fallan. Parece que no se equivocaban.

A estas alturas, da la impresión de que lo que necesita Salas es un sahumerio que lo libere de una racha negativa que arrastra prácticamente desde hace dos años, cuando se lesionó la rodilla jugando por Juventus, y que este año le ha permitido jugar sólo algunos minutos en el cuadro millonario y ninguno en la Selección de Chile, lo que abre un manto de duda sobre sus posibilidades de seguir jugando.

Apenas dos goles en un año, uno por el Torneo Apertura trasandino al Independiente de Rafael Olarra y otro al Cienciano en el primer partido de la final de la Copa Sudamericana, son muy poco para un jugador que llegó a un equipo motejado de galáctico y que termina la temporada sin un título, con el técnico Manuel Pellegrini cesado y, lo peor, con el archirrival Boca Juniors sumando copa tras copa, en una humillación interminable.






(Fuente: Lun)

No hay comentarios: