domingo, 16 de julio de 2000

MONEDAS DE CAMBIO

La transferencia de Hernán Crespo a la Lazio y las negociaciones por Marcelo Salas al Inter, Parma o Juventus, son ejemplos de la tendencia que se impone entre clubes europeos: entregar a los jugadores en parte de pago.

Desde que la Lazio contrató a Marcelo Salas, en febrero de 1998, tras pagar a River Plate US$ 19,7 millones, el mercado europeo ha ido evolucionando rápidamente en materia de transacciones. Así como los clubes más pequeños se especializan en comprar jóvenes figuras de medios emergentes para valorizar su tasación en una liga competitiva, las instituciones más grandes han comenzado a utilizar directamente el pase de sus jugadores como método de pago.

En este sistema, el poder lo tienen los dueños de los equipos, los representantes de los jugadores y, en último término, los futbolistas. Así lo demuestra el traspaso del argentino Hernán Crespo desde el Parma a la Lazio: el delantero fue tasado en US$ 55 millones (la suma más alta de la historia), pero el elenco romano sólo debe cancelar US$ 17 millones en dinero, pues el resto lo cubrirá con los pases de Matías Almeyda y Sergio Conceiçao. Otro ejemplo son los rumores que han dado a Marcelo Salas en Parma, Juventus o el Inter de Milán. Al cierre de esta edición, las tratativas para que el "Matador" se integrara al equipo de Iván Zamorano estaban a punto de fracasar, pero en todo momento hubo otros jugadores vinculados con la transferencia.

La primera vez que el Inter se interesó en Salas ofreció a Christian Panucci, Vladimir Jugovic y Clarence Seedorf, a cambio del chileno, tasado en US$ 35 millones. Pero si bien el "Matador" no era prioridad para el dueño de la Lazio, Sergio Cragnotti, sí lo era algún dinero para costear la cantidad ofrecida al Parma por Crespo. Antes, la Lazio había planteado al club parmesano cambiar directamente a Salas, Almeyda y Conceiçao por el delantero argentino. También surgieron rumores acerca de una supuesta oferta de la Juventus a la Lazio, para intercambiar a Filippo Inzaghi por el chileno.

Este tipo de transferencia se hace cada vez más común entre los clubes de Europa, pero no opera cuando se trata de una figura proveniente de medios inferiores. Un ejemplo es Denilson, traspasado el '99 desde el São Paulo de Brasil al Betis de España en US$ 35 millones, operación en la que no era posible amortizar los costos con el pase de terceros. Por el contrario, ya el año pasado el mecanismo funcionó entre el Inter y la Lazio, cuando el equipo de Milán compró a Christian Vieri en US$ 50 millones y utilizó a Diego Simeone como parte de pago. Así, la última gran negociación europea en que no se utilizó esta modalidad fue en la de Ronaldo, quien llegó en 1997 al Inter a cambio de US$ 35 millones pagados al Barcelona.

El modo en que opera este sistema es bastante especial y en él juegan un rol protagónico los agentes de los futbolistas. Primero, un club manifiesta interés en un jugador, para lo que se contacta con su representante, aunque muchas veces el mecanismo sea inverso. Este hace ver el interés al club correspondiente, que valoriza al futbolista en una cifra estimativa. Si durante las negociaciones surge la posibilidad de entregar otros pases como parte de pago, los dirigentes de ambas instituciones acuerdan quiénes y en qué puestos, para lo que se suele consultar a los técnicos respectivos. En caso de existir acuerdo, ambas partes fijan el precio del jugador. Recién entonces el agente contacta a su representado y le da a conocer la "oferta". Si se concreta el negocio, cada uno de los clubes aparece comprando uno o dos jugadores, en las sumas fijadas, aunque en ocasiones ninguno reciba dinero propiamente tal como pago.

Según afirma Ginés Carvajal, uno de los agentes de Zamorano, "los representantes ocupan hoy un lugar indispensable en el mercado futbolístico y no se concibe un traspaso sin ellos". Aunque en un principio no eran bien mirados, hoy están inmersos en la estructura del fútbol y son probablemente los únicos que tienen relación directa con todos sus niveles: jugadores, directores técnicos y dirigentes. Mascardi, por ejemplo, mantiene una estrecha relación con los presidentes de la Lazio (Cragnotti) y del Parma, Calixto Tanz, además del entrenador del Inter, Marcelo Lippi. Actualmente son 570 los empresarios que figuran en el listado oficial de la Fifa, a los que deben agregarse aquellos que actúan sin licencia -unos 2 mil-, muchos de los cuales están asociados a representantes autorizados. Como dice Carvajal, el problema "es que los jugadores pueden seguir confiando en personas que no están inscritas y que realizan la operación. Es el club el que tiene que denunciar las irregularidades, pero es muy difícil comprobar quiénes han intervenido en las negociaciones". Según el único chileno acreditado ante la Fifa, Pablo Tallarico, la certificación en Chile no ha funcionado "porque la Asociación Nacional de Fútbol y la federación encargados de fiscalizar el cumplimiento de la norma- han hecho caso omiso de las irregularidades". El interés de los agentes por que sus representados logren mejores precios y así obtengan mayores ganancias, ha dado pie a especulaciones en torno a su poder para imponer jugadores. En Chile, la última polémica al respecto se dio con la convocatoria para el partido contra Perú del jugador de Santiago Morning Joel Reyes, debido a la presunta amistad que su representante, Tallarico, tendría con Nelson Acosta. El empresario asegura que "la capacidad de imponer jugadores en la selección es imposible. Puede que uno sea amigo del técnico de un equipo y le ofrezca nombres para los puestos que necesita", pero asegura, al igual que Carvajal, que "si un equipo compra un jugador es porque le interesa".

(Fuente: Revista "QUE PASA")